viernes, 26 de junio de 2009

CEMENTERIO DE LA RECOLETA




Los frailes de la orden de los recoletos descalzos llegaron a esta zona, entonces en las afueras de Buenos Aires, a principios del siglo XVIII. Construyeron en el lugar un convento y una iglesia, que colocaron bajo la advocación de la Virgen del Pilar (el templo, iglesia Nuestra Señora del Pilar, construida en 1732, aún existe y fue nombrada Monumento Histórico Nacional). Los lugareños terminaron denominando a la iglesia de los recoletos en simplemente la Recoleta, nombre que se extendió a toda la zona. Cuando la orden fue disuelta en 1822, el 17 de noviembre de ese año, la huerta del convento fue convertida en el primer cementerio público de la Ciudad de Buenos Aires. Los responsables de su creación fueron el entonces gobernador Martín Rodríguez (sus restos descansan en el Cementerio) y su ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia.
Sus dos primeros moradores fueron el niño negro liberto Juan Benito y la joven María Dolores Maciel.

Uno de los callejones del cementerio
Durante la década de 1870, como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla que asoló la ciudad, muchos porteños de clase alta abandonaron los barrios de San Telmo y Montserrat y se mudaron a la parte norte de la ciudad, a Recoleta. Al convertirse en barrio de clase alta, el cementerio se convirtió en el último reposo de las familias de mayor prestigio y poder de Buenos Aires







La entrada al cementerio se realiza a través de un pórtico de origen dórico griego sin base, concluido durante una de sus grandes reformas ordenada en 1881 por el entonces presidente de la Municipalidad, Torcuato de Alvear. El predio tiene 4.800 bóvedas distribuidas en 54.843 metros cuadrados. El cementerio alberga varios mausoleos de mármol, decorados con estatuas, en una amplia variedad de estilos arquitectónicos. Se halla organizado en manzanas, con amplias avenidas arboladas que dan a callejones laterales donde se alinean los mausoleos y bóvedas. Existe una amplia rotonda central de donde parten las avenidas principales, con una escultura de Cristo realizada por el escultor Pedro Zonza Briano en 1914.
Cada mausoleo presenta el nombre de la familia labrado en la fachada; generalmente se agregan al frente placas de bronce para los miembros individuales.
Jorge Luis Borges fantaseó en un poema con ser enterrado en este lugar, pero finalmente no fue así. Él duerme su sueño eterno en la ciudad de Ginebra, Suiza.


El enfrentamiento entre la Iglesia y los masones, en 1863, repercutió en el Cementerio de la Recoleta. El gobierno de Mitre redactó la Ley de Secularización, por la cual cualquiera puede ser enterrado en este lugar. En respuesta, el obispo de Buenos Aires le quitó la condición de camposanto