martes, 21 de febrero de 2012

Te dare la espalda por toda la eternidad”…Salvador Maria del Carril y Tiburcia Dominguez,

Salvador María del Carril y Tiburcia Dominguez, un matrimonio de la alta sociedad porteña. Él 46 años, ella apenas 17.
El mausoleo, una construcción en la que se destaca un baldaquino, en forma de aguja coronada con la figura de Cronos, Dios del Tiempo,

Se lo ve a Salvador María del Carril, quien fuera vicepresidente durante el gobierno del general Urquiza, pero pasó a la historia por ser uno de los promotores del fusilamiento de Dorrego, sentado en un imponente sillón, dirigiendo su mirada hacia el horizonte y a sus espaldas una mujer.
La mujer en cuestión es Tiburcia Dominguez, su esposa. Tiburcia representada por un sencillo busto, refleja en su rostro energía, firmeza, convicción.

Cuenta la historia que Salvador María del Carril le reprochaba a la joven Tiburcia por sus gastos complsivos, sin embargo Tiburcia seguía gastando compulsivamente

Salvador enfurecido publicó en los diarios de la época una solicitada en la que decía que ya no se haría cargo de las deudas ocasionadas por los gastos desmedidos de su mujer.

Esa solicitada puso fin a la historia de amor entre Salvador y Tiburcia, ella decidió no dirigirle nunca mas la palabra, silencio que perduró durante 30 largos años
En 1883 Salvador María del Carril fallece, y ella decide mandar a construir el majestuoso mausoleo,donde yacen sus restos.

En los años que le quedaron de vida, Tiburcia se dedicó a hacer lo que sabía hacer bien: gastar.
Así fue que mandó a construir un palacio en Lobos (provincia de Buenos Aires), y no reparó en gastos, Contaba con tres plantas, muchas habitaciones para huéspedes y además, se dió el lujo de contratar al paisajista Carlos Thays para diseñar el parque.
Noches de fiestas, tertulias, reuniones sociales, joyas relucientes, brillos y esplendores varios.
Ella muere quince años después que su esposo y en su testamento dejó escrito:


“no quiero mirar en la misma dirección que mi marido por toda la eternidad”…

TERNURA

Dicen que esta mujer murió joven cuando su hijo era un bebé, su marido la recordaba cuando volvía de su trabajo y la encontraba durmiendo la sista con su hijito luego de amamtar. El quiso perdurar esa tierna imagen que tenía de su mujer a través de este monumento en su tumba.

Realizada en mármol de Carrara blanco, conmueve la figura de una madre recostada con su bebé, que parece real, cabe destacar la técnica empleada por el escultor, que no omitió un solo detalle. Esto puede observarse en el trabajo del cotín del colchón sobre el cual reposan.