Luego vino la segunda guerra mundial y con ella la expropiación de todos los bienes pertenecientes a las empresas alemanas. Siemens se quedó sin edificio y los gigantes sin casa… Rápidamente el gobierno concedió el ingenio de relojería de casi tres toneladas de peso a la CGT, y ésta decidió emplazarlo sobre el Diario Democracia sito por aquel entonces en la calle Bouchard 722.Luego de la caída de Perón vivieron sus horas más oscuras.
La empresa Siemens nuevamente los luce orgullosa exponiéndolos en la cúspide del edificio que ocupa desde 1958 en la esquina de la Diagonal Sur y Bolívar. Grandes grúas fueron necesarias para izar a los colosos de cuatro metros de altura. Su cuerpo constituido por gruesas chapas de cobre habían tomado el típico tinte verdoso al ser expuestos durante años al aire húmedo de Buenos Aires.Poco faltaba para que el enorme reloj moviera nuevamente sus agujas parsimoniosas, ordenándoles a los autómatas golpear con lenta determinación su magnífica campana, esa que alguna vez la firma Bellini e Hijos había fabricado en la provincia de Santa Fé.Finalmente el día llegó: el 21 de mayo de 1992, con la misma pompa con que se entroniza a un soberano y ante la atenta mirada del Presidente de la República los colosos de Siemens fueron formalmente situados en su nueva morada. La banda del regimiento de Patricios ponía mientras tanto su cuota de brillo y esplendor a una noche de fiesta y de reencuentro. Nuestro patrimonio e historia estaban por esta vez a salvo.
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